Las Cias
Yacimiento de las Cias
Las Cias (Marcén) constituye un ejemplo perfectamente conservado de un poblado (garya) musulmán de los siglos X-XI. Este hábitat, abandonado tras la conquista de la región por el rey Pedro I de Aragón (1094-1104), ha sido objeto de excavaciones arqueológicas programadas desde 1991, con el apoyo de la Diputación General de Aragón, la casa de Velázquez (Madrid) y la Comarca de Los Monegros, dentro de un programa de puesta en valor de los vestigios de época islémica, particularmente abundantes en esta zona.
El poblado tiene dos sectores diferenciados: al este una mezquita con su patio, y al oeste, un conjunto de viviendas agrupadas en manzanas

Territorio musulman
El yacimiento arqueológico de Las Cías, ahora llamado Las Silas, pertenecía al territorio catastral del hisn de Gabarda, una de las fortalezas del distrito musulmán de la medina de Huesca. Este distrito era una de las siete divisiones territoriales de la Marca superior de Al Andalus y su capital estaba en Zaragoza. En el siglo XI este territorio se transformó en una pujante taifa árabe cuyos dominios se extendían por la mayor parte del valle del Ebro. Tras la conquista de Huesca (I096) y de Barbastro (1100), los Monegros pasan a manos de los cristianos bajo el reinado de Pedro l de Aragón (1094-1104). Marcén es citado por primera vez en 1103 como tenencia de un señor.

Asi es el yacimiento
En el transcurso del periodo islámico, el poblado de Las Cías ocupaba la totalidad de la plataforma sobre la que se han desarrollado los trabajos arqueológicos. El poblado fue ocupado sin interrupción desde mediados del siglo X hasta principios del siglo XI y tiene dos sectores claramente diferenciados. En el este (sector l), y hacia el final de la plataforma, se han descubierto varias construcciones entre las que destaca una mezquita asociada a su patio. Toda la zona oeste (sector l) estaba ocupada por numerosos edificios de varias habitaciones, de una sola planta, bordeadas por callejuelas que se cortan en ángulo recto o por estrechos caminos que, en ocasiones, fueron tallados en la roca.

La mezquita
Separado del poblado (sector II) por un largo muro de un metro de grosor, el sector se organizaba a partir de una entrada monumental formada por un arco del que se han conservado varias dovelas. Esta puerta se abría hacia un paso cuidadosamente empedrado, recubierto de una techumbre hecha de postes, vigas y adobes. Al sur de este paso se descubrieron los restos de una mezquita rural con una superficie interior de unos 60 m2 . Esta construcción rectangular tenía dos naves paralelas separadas por dos gruesas columnas que se apoyaban sobre bloques de arenisca rectangulares que se coronaban por capiteles con decoración floral. La puerta que se abría en el muro este estaba configurada con un bello arco de herradura que se apoyaba en pequeñas columnas con capiteles sin decoración. El interés de este edificio es considerable ya que se trata de una de las escasísimas construcciones religiosas de época omeya que se conservan en el medio rural.

El patio y los objetos hallados
El patio con el que se comunicaba la mezquita estaba empedrado con un suelo de cantos rodados y tenía dos cubetas de abluciones talladas en la roca. En la segunda mitad del siglo XIII, el patio fue reutilizado y reocupado parcialmente, como lo demuestran las monedas del rey Jaime I (1213-1276), del rey Felipe III (1270-1280), del conde Ermengol III de Urgel (1267-1314) y del rey Jaime II de Aragón (1291-1327). El mobiliario de época islámica descubierto es rico, variado y muy diferente al aparecido en las habitaciones del poblado, ya que, entre otros restos, han aparecido candiles, numerosos fragmentos de frascos de vidrio, una moneda del emir de Zaragoza al-Muqtadir (1046-1081), o una palmatoria de barro y hebillas.

El habitat
La primera zona excavada del sector II ocupa el extremo oeste del poblado musulmán. Estaba separada del resto del yacimiento por largas calles que se cortan en ángulo recto y, al este, por una pequeña plaza cubierta parcialmente por una estructura de techumbre ligera, como indican numerosos fragmentos de postes clavados en el suelo rocoso. Esta gran manzana, de una superficie cercana a los 150 m2, tenía numerosas divisiones interiores de forma y funciones diferentes: algunas de ellas servían de habitación y otras de construcciones de uso artesanal. Requieren especial atención la habitación 10, que tiene un ejemplo característico de entrada en codo, y la habitación 5, en la que se encontró un hogar sin aparejo, rico en material cerámico y que estaba asociado a la bancada que se encontraba frente a la puerta de entrada. Teniendo en cuenta las dimensiones de la jamba de la entrada, la altura de esta habitación tan apenas sobrepasaría los dos metros.

La ceramica
La cerámica dentro de la cultura musulmana ha tenido una gran importancia a lo largo de su historia. En los talleres locales se elaboraba desde cerámica de cocina (cazuelas, platos, etc...) hasta cerámica vidriada de alta calidad. Esta última era recubierta por un barniz vidriado que le confería mayor dureza y una buena impermeabilidad. Además con la utilización de estos esmaltes, aplicados en diferentes cantidades, se conseguía una gran variedad cromática para las piezas. Aparte del vidriado, también se decoraban de otras dos formas, con motivos incisos o pintadas. Con este último método los artesanos musulmanes alcanzaron una gran calidad técnica.
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El yacimiento de Las Cias
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Textos: Philippe Sénac
Fotografías y planos: PRAMES
Contenido 3D y ortoimagen: 3DScanner Patrimonio e Industria (Spin Off Universidad de Zaragoza)
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